Uno de los grandes retos del Paseado y Mantenido es ocuparse de las cosas de casa y, sobre todo, ajustar cuentas con el trastero, esa habitación subterránea en la que sabes lo que tienes almacenado pero que nunca aparece cuando te pones a buscarlo.
La primera vez que entras en tu trastero con la malsana intención de ordenarlo, todavía con la voz de tu chica martilleándote el neocortex: “que sí, que sí, que bajo contigo que luego no tiras nada”, empiezas a entender la Teoría de El Caos.
De un primer vistazo divisas una escalera manchada de pintura, cuatro bicis llenas de barro, una alfombra con más ácaros que la moqueta de Peñafiel y un montón de cajas dentro de las que se esconde lo que llevas acumulando desde hace décadas.
Playmobils de los que no movían las manos, los álbumes de Danone con cromos de Naranjito, Marco y Dartacán; el juego de la Botilde; las cintas del pelo trenzadas; las carpetas forradas con las fotos de Michael Jordan por una cara y Sabrina face to face con Samantha Fox en la otra; los cómics de Pepe Gotera y Otilio, y Rompetechos; la foto de Claurdio Barragán con el pantalón más corto que hayan vestido nunca en el Dépor, y el cromo de Mágico González como recién salido de Alcalá Meco; los Liga Marca del 96 a 2000; los Juegos Reunidos, Monopili, Operando, Misterio, ¿Quién es Quién?, las gafas de sol de Top Gun; un póster de Olé Olé con Vicky Larraz, y otro de la Selección Española que consiguió la Medalla de Plata en los JJ.OO. de Los Ángeles en el 86 con Solozábal y Corbalán al frente; el Spectum y los disquetes… En definitiva, todo eso que sobra y te niegas a tirar porque en Ebay te darían una pasta.
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